Para siempre: ¿qué tan positivo es creer en esta frase?

Quienes hemos estado enamorados sabemos que no hace falta que nuestra pareja nos diga la famosa frase, “para siempre”, nosotros solitos asumimos que así será. Pero seamos realistas, no siempre se logra.

Miles y miles lo han expresado a través de la música. “Sabes que llegar no cuesta tanto, lo difícil es permanecer” dice el italiano Gianluca Grignani en una de sus canciones más románticas. Héctor Lavoe fue más directo, “todo tiene su final”. Pero nosotros no queremos verlo, al parecer tenemos tatuada en el alma la frase “para siempre”, sin siquiera tener que pronunciarla. ¿Por qué pasa esto?

Una actitud tan arraigada de creer (y querer) que las relaciones amorosas son y deben ser eternas debe tener su raíz en nuestra infancia, y si nos ponemos a rememorar probablemente algunos coincidamos en algo: Las películas de Disney nos hicieron mucho daño. No lo podemos negar, nos encantaban esos finales de, “y fueron felices para siempre”. Es más, aún ahora, con todo y el despecho, todavía nos encantan. Pero no fue sólo aquella leyenda de la animación, así que no le echemos encima toda la culpa, ¿cuántas veces no estuvimos expuestos a contenido audiovisual, telenovelas y películas en las que X se enamora de Y, luego pasa algo por lo cual no pueden estar juntos pero al final el amor lo puede todo y terminan casados y con hijos?

Estas historias nos convencieron desde muy niños de que debíamos encontrar a “la indicada”, una princesa a la cual salvar, ser su héroe y lo más importante, compartir toda una vida juntos. Alguien que esté pasando por un rompimiento reciente probablemente estará de acuerdo: si Hollywood no me hubiese engañado con toda esa ficción, la realidad me dolería menos.

De cualquier manera, en algún momento de nuestra vida tenemos que madurar emocionalmente y entender que se acabó, que ya no hay amor para salvar la unión. Cuando por fin nos damos cuenta es que comienza el duelo.

“Al olvido se va como se va a la muerte”, reza el título de un poema de la escritora y comunicadora venezolana América Martínez Ferrer, y lleva mucha razón, cuando alguien te olvida es como si murieras para esa persona, ya no estás más ni en su corazón, ni en sus pensamientos, ya no existes, pasas a formar parte del olvido de esa persona, en otras palabras, te mueres.

Sientes que estás como muerto, pero resulta que la muerte juega en ambos sentidos, por un lado dejas de existir tú para esa otra persona, y por otro lado también la pierdes a ella, como si hubiera muerto ella también. Quizás por esto los psicólogos llaman a este período “Duelo por ruptura”.

No siempre es para siempre

Ahora que nos hemos estrellado de frente contra la realidad es hora de salir de la situación. La psicología tiene mucho para darnos actualmente y al respecto de las rupturas es beneficioso saber que eso que estamos sintiendo tampoco durará para siempre sino que se trata solo de un período natural, bien definido por el cual tenemos que transitar.

Si tu ruptura ocurrió recientemente debes estar experimentando “La pérdida”, etapa en la cual la persona se niega a creer que ya no está más con su expareja. Pero la molestia y la incertidumbre pronto dejan aflorar “La tristeza”, una fase en la que predomina la baja autoestima y la depresión, piensas que no volverás a sentir algo similar por nadie más el resto de tu vida, te aíslas momentáneamente del mundo. En ese momento lo más importante es no auto-engañarse, al contrario, debemos tratar de aceptar la realidad de la situación.

Luego los psicólogos hablan de una etapa de “Ansiedad”, en la que pensamos que esa persona era perfecta y todo lo que hacemos nos hace recordar solo la parte buena de la relación. En esta etapa recomiendan evitar en la medida de lo posible el contacto con esa persona, es tiempo de poner distancia para darte la oportunidad de sanar.

A continuación dos fases importantísimas: “Aceptación” y “Superación”. La primera es una especie de renacimiento, entiendes que no hay nada que hacer, descubres que en realidad sí puedes vivir por tu cuenta, te vuelves otra vez independiente. En este período se recomienda rodearse de nuevas caras, descubrir nuevos gustos e intereses y disfrutar de los beneficios de la soledad.

En cuanto a la superación, es la mejor fase de todas, dicen los psicólogos que es cuando puedes recordar objetivamente cómo fue esa relación, sin adornar recuerdos. Puedes revisar con calma las cosas buenas y las malas y aprender de ello. Es bueno no echar toda la culpa a la otra persona, ni guardar sentimientos negativos como el rencor, en esta etapa el pasado es pasado y lo mejor está por venir.

Volviendo a Lavoe podemos recordar la frase “nada dura para siempre”. Es cierto, quizás sean muy pocas las relaciones que duran toda la vida, pero es positivo saber también que los despechos tampoco duran “para siempre”.