Deslealtad y traición son las palabras que nos vienen a la mente cuando nos enteramos (por fin) de que nuestra pareja había estado siéndonos infiel. Allí comienza el melodrama, ¿qué hice mal?, ¿no soy suficiente para ella/él? Pues hay noticias al respecto: no, no eres ni serás jamás lo bastante bueno como para que la otra persona te sea entera y eternamente fiel. La infidelidad siempre va a estar llamando a su puerta y a la tuya, y más temprano que tarde alguno (muchas veces ambos) abrirá su puerta.
“Somos un deseo eternamente insatisfecho, corremos detrás de diferentes objetos solo para jamás alcanzarlos o, si los alcanzamos para enseguida hartarnos de ellos, porque todos esos objetos son solo representaciones que la misma voluntad pone ante nosotros, nuestra vida es por eso un permanente sufrimiento”
Arthur Schopenhauer
Nos molesta que el otro sea desleal, pero poco reparamos en el hecho de que nosotros mismos también lo somos. Nos excusamos detrás del, “es muy diferente, porque yo puedo acostarme con mil mujeres pero a la única que amo es a ella”. Pues bueno, probablemente ella piense lo mismo, que puede tener aventuras sexuales con cien hombres por placer pero te sigue queriendo solo a ti, “yo amo a mi novio/esposo, ¿pero qué le voy a hacer?”, piensan algunas.
Somos infieles, lo único eterno es nuestra insaciabilidad, y esto parece que poco tiene que ver con el amor, es más una cuestión intrínseca de la raza humana. Ocurre en el sexo como en todo lo demás, nunca estamos satisfechos, Kant decía que si le das a una persona “todo” lo que quiere, pronto encontrará que ese “todo” no era todo, que le falta algo (¿o le sigue faltando “todo”?).
Claro que estas ansias de tener cada vez más también han hecho posible todo nuestro proceso civilizatorio como seres humanos, el problema quizás esté en que seguimos prometiendo a otros y a nosotros mismos que actuaremos en contra de lo que somos y cuando fallamos en este intento herimos a la persona que amamos.
El asunto se complica porque no existe una manera de probar si una persona en realidad ama a otra o no, pero muchos de los que hemos sido infieles sabemos que no necesariamente significa que hayamos dejado de querer a nuestra pareja formal: la infidelidad no implica falta de amor.
De cualquier manera, el meollo del asunto tanto para el que traiciona como para el traicionado no es la relación sexual informal, sino que lo más molesto es que haya prometido fidelidad, en resumidas cuentas, que haya mentido. En muchos casos no hay que prometer nada, asumimos que nuestras parejas están siendo leales.
Mentimos por convención social a nuestra pareja oficial y muy probablemente también a las personas con las cuales tenemos aventuras. Nadie (o muy pocos) van por la vida diciéndole a la gente, “estoy buscando a una persona con la cual follar de vez en cuando, pero amo a mi pareja y no la voy a dejar por un buen polvo”. No, en general no somos tan sinceros.
¿Por qué ocultamos la infidelidad?
La infidelidad ha sido históricamente mal vista en culturas muy diversas, recordemos que en algunas incluso es penada con la muerte. En América Central, los Aztecas lapidaban y estrangulaban a quienes eran sorprendidos infraganti. En general, el infiel ha sido sometido a la vergüenza pública, de manera que no es extraño que en esta época todavía hagamos todo lo posible por ocultar las aventuras.
En el mejor de los casos callamos, pero en general hacemos promesas y decimos mentiras. Para alguno puede ser bastante difícil aceptar que es infiel (o si no lo ha sido, que lo será en algún momento de su vida) y aceptarlo frente a otra persona es mucho más complicado.
El resultado es este mundo lleno de infieles mentirosos en el que convivimos todos, preferimos traicionar y sentirnos traicionados que ser honestos y aceptar que somos seres humanos insaciables, no logramos entendernos a nosotros mismos, pero si queremos entender por qué la otra persona nos ha traicionado.
La pregunta que queda flotando es, ¿qué pasaría si asumimos nuestra hipotética “naturaleza infiel”, que nuestras parejas supieran de antemano que nosotros tendremos relaciones sexuales con otras personas aparte de ellas y viceversa, qué pasaría si de antemano supiéramos que nuestra pareja va a tener sexo con otras personas? ¿Tendría sentido incluso llamarlo “infidelidad”?